[Abril 2014] Venía a visitar a Olaya una amiga suya y me propusieron ir a pasar unos días a Budapest. Y, ¿cómo se puede decir que no a ir a tan maravillosa ciudad? Así que nos fuimos las tres a pasar unos días.

Desde Maribor la forma de llegar es pasando por el lago Balatón, un lago que por tamaño podría ser un mar pequeño.  Nuestra primera parada fue en Balatonboglár, un pueblito «costero» en el lago. En sí el pueblo no nos pareció una gran maravilla. Probablemente viajando en verano sea un sitio que mejore, pero en primavera desde luego no. Nos llamó mucho la atención la cantidad de culebras que había por todas partes.

Nada más llegar a Budapest soltamos las cosas en el hostal, que estaba al lado de la estación Keleti. Cogimos el metro hasta el parlamento a ver si podíamos llegar a la visita guiada en español. La impresión que da esta gente es la de ser bastante estirados y que les cobren por sonrisa. Vamos, ni una pizca de amabilidad cuando preguntas, cuando entras ni dentro. La visita al parlamento solo se puede hacer guiada (de pago, claro), agrupando los grupos por distintos idiomas. Para las entradas no tuvimos problemas de conseguirlas para el mismo día en el grupo de inglés. Sin embargo, he visto en varios sitios que recomiendan cogerlas por adelantado en internet

Antes de entrar en el parlamento (porque la entrada no te la dan para el momento) nos dio tiempo a ir al famoso monumento de los zapatos de los judíos a orillas del Danubio. Los zapatos están puestos de dos en dos, representando la forma de ejecución que sufrieron muchos judios en Budapest. Descalzos, se les ataba de dos en dos, se le daba un tiro a uno y se les tiraba al río. El que estaba vivo, moría ahogado.

La visita en sí dura una media hora, que se hace bastante amena. El edificio por dentro está igual de recargado que por fuera, pese a ello, lo considero bastante bonito para visitar. Y las vistas que tiene al Danubio son impresionantes.

Al salir de allí fuimos a ver la parte de Buda. Para subir al castillo hay varias formas, funicular, autobús o andando. Pese a lo poco que me gusta subir cuestas, recomiendo subir andando. En menos de 10 minutos de subida estás arriba y se puede ir parando en los miradores. En mis dos visitas a Budapest no he entrado ni al castillo ni a la iglesia de San Matías, pero ambos sitios por fuera son una pasada. Si se aprovecha bien el día es un buen sitio para estar al atardecer, desde toda la colina de Buda y en especial desde el bastión de los pescadores las vistas del atardecer son preciosas. Y si se espera un poco más, encienden la iluminación del parlamento.

Un buen plan nocturno para tomar algo antes de irse a dormir son los ruin bar. En sí el concepto puede no resultar atractivo. Son antiguos edificios abandonados que se han convertido en bares. Por ello la decoración es bastante peculiar.

Para nuestro segundo día en Budapest elegimos hacer la ruta turistica por excelencia, viendo los sitios más representativos. En nuestro camino hacía el centro desde la estación encontramos la iglesia de Erzebeth (que no venía en nuestro mapa). Por allí cerquita ya está la zona judía.

La sinagoga de Budapest es conocida por ser la más grande de Europa, cosa que han explotado en exceso. En su recinto tienen el árbol de la vida y un cementerio judio. El caso es que cobran una burrada por entrar a ver un templo, el resto de cosas se pueden ver todas desde fuera, por lo que no recomiendo para nada entrar a visitarla.

El resto del día estuvimos viendo el museo nacional, la opera, la basílica y la plaza de los héroes, para acabar la tarde en los baños Szechenyi.

Como sitio curioso, cerquita de la opera están las Galerías Paris, una tienda de libros con una cafetería que no es lo que se espera encontrar.

Y para el último día dejamos ir a visitar el museo del holocausto y la ciudadela. El museo es uno de los mejores del mundo sobre el tema. Tienen muchísima información sobre lo que fue el holocausto en Hungría y en gran parte de Europa, puesto a que los húngaros fueron deportados a Auschwitz. Y para acabar, la visita termina en una sinagoga azul por dentro. Si os gusta la historia, es un sitio que sí que merece la pena visitar.

Y por último, la ciudadela. Para ir aprovechamos que teníamos coche, pero también se puede subir en autobús urbano (o en casi cualquiera de los turísticos). Es un mirador precioso para pasar un ratito.

Decir que en mi anterior viaje a Budapest sí que cogimos el bus turístico. Si se encuentra alguna oferta está muy bien de precio, contando con que incluye un crucero por el Danubio y descuentos en bares de la ciudad. Teniendo poco tiempo en Budapest merece la pena, ya que te lleva a todos los sitios turísticos, ahorrando la caminata y el tiempo que eso lleva.

Y recomendar Budapest a cualquiera que tenga un fin de semana y ganas. A mi es una ciudad que me encanta y aunque haya estado 2 veces, volvería las que haga falta. Una de las cosas que me falta por ver y que me quede con ganas es el hospital en el bunker.