[Febrero 2017] Aunque hayan pasado unos cuantos años de este viaje, como en 2024 dicen que es muy buena fecha para ir a ver auroras boreales, contaré nuestra experiencia.

Como abulenses que somos no nos da miedo el frío, así que nos fuimos a Islandia en pleno invierno. Según estábamos preparando el viaje leímos en bastantes blogs que el tiempo en Islandia es muy variable, pero nunca nos imaginamos cuanto.

Para este viaje, contamos con compañía. Una buena amiga nuestra se apuntó a nuestra aventura invernal. Esta vez elegimos norwegian para volar. Lo malo de los vuelos low cost son los horarios horribles que tienen, por lo que tuvimos que salir de casa como a las 4am. Tuvimos la mala suerte de que el vuelo se retrasó varias horas y no llegamos a Reikiavik hasta las 2 de la tarde. Después de haber cogido el coche de alquiler, tuvimos que volver al aeropuerto a buscar objetos perdidos, ya que la reflex de nuestra amiga se había quedado en el avión. Su aeropuerto es tan pequeño que no tenían personal fuera del horario de los vuelos, por lo que no pudimos más que mandar un email reclamando la cámara.

Ya en Reikiavik fuimos al apartamento. Es una ciudad bastante grande para lo que esperábamos, muy alargada, que se tarda bastante rato en recorrer con el coche, cosa a tener en cuenta si se quiere visitar el resto de la isla haciendo noche en la capital. La siguiente cosa que nos llamó la atención fueron los precios. Abusivos no, lo siguiente. Si vuelvo a ir no descarto llevar una maleta facturada con comida, ya que hasta el pan valía cosa de 6 € al cambio.

La tarde del primer día la aprovechamos para ver la ciudad, que no tiene gran cosa más allá de la catedral. Allí estaban proyectando un videomapping que simulaba la erupción de un volcán, muy acertado para Islandia.

Aprovechando la noche de puertas abiertas de las piscinas municipales de Reikiavik y buscando la más chula, terminamos en Klébergslaug, una que está a las afueras de la ciudad y que es exterior pero con aguas termales. Es una sensación super guay estar en el agua calentitos mientras fuera hace 2º. La pena es que esa noche no se vieran auroras, porque nos contaron los locales que desde esa piscina las vieron más de una vez. Además de tener la piscina abierta por la noche, nos dieron a probar los bollitos tradicionales y participamos en una clase de aqua-zumba donde éramos los únicos que entendíamos la letra de la canción…

Esa primera noche pecamos de turistas y se nos ocurrió comer una pizza pequeña para los 3 en un sitio de comida para llevar, allí de pie en un mini mostrador. Todo por el módico precio de 30€ (en 2017, ahora a saber lo que puede costar…) Ahora entendemos por qué en instagram hay tanta gente que recomienda llevarse una maleta con comida…

Nuestro viaje fue muy cortito (y con los precios de Islandia, ni tan mal…) y tuvimos que comprimirlo todo y dormir poco para ver lo máximo posible. El segundo día, nos decidimos por hacer el circulo dorado, que es una ruta circular por los sitios naturales más famosos de la isla. Nuestra primera parada es Thingvellir, concretamente la cascada Öxarárfoss. Para llegar hasta la cascada hay que andar como 1km desde el coche. En ese poco rato da tiempo a que nieve, llueva y haga sol. Dicen que en Islandia si no te gusta el tiempo, esperes 5 minutos…

Allí se permite hacer buceo y debe ser impresionante, porque es plena falla tectónica, pero no es algo que puedas hacer en febrero…

Nuestra siguiente parada es el Geyser. Es impresionante aunque hayas visto vídeos y te lo esperes…

Para terminar la ruta, vamos a Gullfoss, la casada impresionante que sale en las fotos cuando buscas Islandia. Tuvimos la suerte de que al ser febrero no había tantísimo turista y menos que vaya por libre con la nieve.

Nosotros aprovechamos que ya había caído la noche para empezar la actividad que más esperábamos. La caza de la aurora boreal. Pese a que hay mucha actividad, también está nevando y hay muchísimas nubes. Móvil en mano con el mapa de actividad solar y el de nubes y a dar vueltas por la isla con el coche. Otra cosa en contra de las auroras es que cada pocos km hay invernaderos muy iluminados que impiden ver las auroras salvo que sean muy potentes.

Llegado un punto nos acercamos a Selfoss a por la cena (un cubo de pollo del KFC) y seguir en nuestra búsqueda. Así es como terminamos en la playa viendo un campo de lava que llegó hasta el mar hace más de 8000 años.

Y finalmente, ya sin buscar la aurora, tras un montón de rato y de dar vueltas con el coche, ahí estaba! Paramos el coche en el arcén (que a esas horas tráfico no había) y nos bajamos a disfrutar (e intentar fotografiar, aunque en 2017 no teníamos tantos medios para no profesionales). No fue la aurora más intensa, pero para nosotros fue chulísima.

Al día siguiente, aunque cansados por haber dormido poco, nos dirigimos hacia el sur de la isla. Hace un tiempo malísimo, con muchísimo aire. El coche nos da muchísimos bandazos. Así visitamos (y nos mojamos) la cascada de Seljalandsfoss.

En Islandia los volcantes tienen forma de escudo, pudiendo llegar a medir 30km. Este es el mismo que hace unos años la lio tantísimo con el espacio aéreo europeo, el Eyjafjallajökull. Allí lo único que habían aprovechado el turismo era para vender jabones con ceniza exfoliante. Por cierto, otra cosa curiosa del idioma islandés es que aparte de ser impronunciable tiene cierta lógica en la etimología (que viene también en el artículo de wikipedia enlazado del volcán). Por ejemplo, Jökull es glaciar. Foss es cascada. Así cuando vas leyendo un mapa sabes qué te vas a encontrar.

En el mismo volcán, está también la cascada Skogafoss. Hace tan malo que estamos allí 10 minutos y nos volvemos al coche a secarnos con la calefacción.

Conseguimos llegar hasta Vik, que tiene una iglesia en lo alto y unos acantilados preciosos, pero prácticamente no podemos ni bajarnos del coche con vientos de >100km/h…

Con ese panorama, nos quedamos sin ir hasta Jökulsárlón, porque hubieramos llegado de noche y con ese clima no sonaba a buena idea lo de conducir al glaciar…

Para nuestra última noche (de aurora hunters, claro), nos fuimos hacia el norte de la isla. Elegimos una zona (más) volcánica donde la temperatura era de 10º. Y al menos, entre tanta «montaña» estábamos resguardados del viento. Auroras no vimos, pero nos lo pasamos como enanos en el coche hasta las 4 de la mañana que nos volvimos a casa a dormir.

Fue un viaje express en el que nos dio tiempo a ver lo más básico del país, una mini aurora boreal y poco más. Islandia tiene mucho que ofrecer, tanto en verano como en invierno, así que no descartamos volver en algún momento!

Bonus: Autobús grande o Vio pequeña?