República Dominicana

[Marzo 2024]

Aunque no somos muy de destinos playeros, esta vez nos decidimos por República Dominicana para una escapada. Pese a que lo único que suena aquí es Punta Cana, nosotros solo lo pisamos por el aeropuerto. Volamos con W2Fly, de la que ya he hablado en este blog, en vuelo directo Madrid – Punta Cana. Nos alojamos en Bayahibe, en la parte sur de la isla.

Esta zona está mucho menos masificada que Punta Cana. Tiene algunos hoteles todo incluido, pero nada comparable a Punta Cana. Por lo que leí, si buscas un turismo más de fiesta, mejor allí, de lo contrario, Bayahibe es una zona más tranquila, en mar Caribe (vs. Atlántico) y donde apenas llega el sargazo cuando es temporada. Os dejo un mapa con los sitios que visitamos.

Mapa en GMaps

Esta vez, cogimos el paquete de vuelos y hotel desde España y lo único que contratamos allí fueron las excursiones. No nos suele gustar mucho viajar organizado (y nos reafirmamos tras este viaje), pero como te meten miedo con el tema de la seguridad, no quisimos arriesgarnos y contratamos las excursiones.

La primera excursión que hicimos fue a Isla Saona. Primero, nos recogieron en un minibus (que llegó tarde) para pasar a recoger a la gente por otros hoteles de Bayahibe e ir hasta el puerto. Allí, nos embarcaron junto a las señoras que llegaban tarde para recorrer unos 200m hasta el catamarán donde ya estaba toda la excursión haciendo snorkel. Entendemos que el paquete que te venden incluye snorkel, pero, ¿a 200m del puerto?

Nosotros no nos metimos a hacer snorkel allí porque pensábamos que incluía otra parada en la isla o en la piscina natural, pero no fue el caso. Una vez que la gente fue subiendo de nuevo al barco, partimos hacia la isla. El recorrido fue de unas 2h, las cuales estuvieron amenizadas por bailes, ron y música. Fue un viaje divertido, aunque al final ya se hacía pesado.
Al llegar a la isla, nos dieron un buffet libre en la propia playa y nos dejan tiempo libre para relajarnos. La playa es totalmente paradisiaca, con el agua turquesa y palmeras.

Para volver, no volvemos en el mismo barco, es uno algo más rápido. Al pasar por la zona de piscina natural paran el motor y podemos ver estrellas de mar en su hábitat. Nos comentan que antes paraban y dejaban que la gente se bajara, pero como hay tanto cafre poco respetuoso que sacaba las estrellas han decidido que no paran para evitarlo.

Donde sí que nos paran es un ratito a bañarnos. Es una zona donde no hay nada de olas, no cubre y es un agua muy turquesa. Lo dicho, totalmente paradísiaca.

Ya desde allí, volvemos a Bayahibe y proceso inverso para llevarnos al hotel de vuelta a las 17:30

La segunda excursión que hicimos fue a Santo Domingo. Aquí sí que sentimos que fue una tomadura de pelo. Nos vinieron a buscar con un minibus que tenía asientos plegables, que para un niño ok, pero con más de 3 años ya estaría incómodo. Además, la excursión fue trilingüe entre español, inglés y alemán, pero repitiendo todo y cambiando de idioma sin sentido. Total, nadie se enteró al 100% de las explicaciones…
Al llegar a Santo Domingo nos llevaron directos a la zona colonial. Vimos un pequeño vídeo 4D sobre el asalto de Drake en 1586 muy chulo, la visita a la catedral con audioguía, el museo de las casas reales y nos dejaron algo de tiempo libre para comprar souvenirs. En esa zona, no sentimos inseguridad para nada, al revés, está todo lleno de policía turística (POLITUR). A nivel de precios, como cualquier zona turística, tiene los precios al mismo nivel que Europa e incluso más caros. Y como no tenemos pinta de hablar español así de primeras, que no saben si somos estadounidenses, alemanes o de dónde, pudimos escuchar el comentario «huele a visa» cuando pasamos por delante de un grupo de adolescentes…

Para terminar por la zona colonial, fuimos a comer. El sitio era el típico pensado para turistas, con bailes incluidos en el comedor, pero que resulta curioso y tampoco es desagradable.


Después, nos llevan a dar un paseo en bus por el malecón, la casa del presidente y los puntos más destacados de Santo Domingo. Desde el propio bus se ve poca cosa, pero sirve para hacerse una idea de cómo es la ciudad.

Y para terminar el día, quedó lo más chulo, la visita al parque de los 3 ojos. Su nombre viene por tres lagos subterráneos, que son cenotes igual que los que visitamos en México, donde no puedes bañarte, pero que destacan por bonitos. Hay que bajar alguna escalera (y luego subirlas, claro), pero merece muchísimo la pena. Es precioso.

Por último, contratamos la excursión de Samaná con visita a la cascada Limón. Samaná está al norte del país, pero en ningún momento nos comentaron que estaba tan tan lejos. Nos recogieron super pronto en un mini bus (otra vez con los asientos plegables) que nos llevó hasta Punta Cana donde nos cambiaron a otro bus más grande junto a la gente que venía de los hoteles de allí. Tras otras 2h más de viaje, llegamos a Samaná, a embarcar para cruzar la bahía. Esta parte del viaje ya es más agradable, pero para entonces, llevamos más de 4h de transporte. Lo bueno de este viaje por carretera es que te vale para ver RD «de verdad» y no solo los sitios turísticos y los resort de lujo (que por supuesto, son buenos en cualquier parte del mundo).

Desde el barco, se ven a lo lejos algunas ballenas (no pudimos sacar foto), totalmente en libertad. Hacen también excursiones dedicadas solo al avistamiento, imagino que llevarán algo de comida para hacer que se acerquen al barco.

Al llegar al puerto, nos bajamos el barco y nos montaron en camiones abiertos otra media hora para llegar al inicio de la ruta de cascada limón.

Esta ruta, se hace a caballo en unas condiciones que si llegamos a saber, no hubiéramos participado. Cada caballo lleva a su cuidador (y dueño) agarrándole con una cuerda, andando al lado del turista. Hasta ahí parece una actividad normal, el problema viene de que el terreno está muy mal cuidado, con muchísimo barro y zonas donde las piedras del camino no están bien para los pobres caballos. Dicen que solo permiten que cada caballo haga una ruta al día, que los cuidadores son voluntarios y que solo viven de las propinas que dejan los turistas. Habría que confirmar si esto es del todo cierto… No tengo fotos de las zonas que peor estaban porque iba más pendiente de no terminar en el suelo…

En un momento dado, el caballo que llevaba a mi madre se tropezó, dobló la pata y se fue hacia delante. Afortunadamente, ni al caballo ni a ella les pasó nada, solo se mancharon de barro. Pero indica como estaba el camino para los pobres bichitos…

Por suerte para los caballos, el último trozo de bajada sí que se hace andando. Son escaleras y bastante desnivel, pero merece la pena muchísimo. En la cascada te puedes bañar (preferiblemente con escarpines porque está lleno de piedras y no se ve el fondo) y quitarte el barro. Eso sí, en el camino de vuelta volverás a mancharte…

Tras este paseo, nos vuelven a bajar con el camión al puerto, comemos buffet y embarcamos hacia «Isla Bacardí o Cayo Levantado». Esta isla sólo tiene un hotel y unas playas espectaculares. Agua turquesa, muy poco oleaje… La definición de playa caribeña (aunque sea atlántica) paradisíaca. Pese a ser poco de playa, se nos pasó muy rápido el tiempo allí y nos hubiéramos quedado fácilmente un par de horas más…

Para volver al hotel en Bayahibe tuvimos que recorrer el mismo camino inverso: barco+ bus + mini bus. Otras 4h30 de trayecto…
Que lo piensas fríamente y si no estás de vacaciones no te metes casi 10h de transporte para ir a una cascada y una playa… Si volviera a ir a RD creo que lo haría de una forma distinta, dedicando varios días a conocer Samaná y sin tantas horas de transporte.

Tras estas experiencias con las excursiones organizadas, nos decidimos por contratar un taxista y hacer lo último por nuestra cuenta. Le pedimos que nos llevara a los Altos de Chavón, que es un pueblo/resort totalmente artificial capricho de un millonario. Está situado en el alto del río Chavón, con unas vistas al río muy bonitas. Además, el pueblo está muy cuidado. Además de diversas tiendas de recuerdos, tiene también dentro el museo arqueológico nacional donde aprender un poco más del origen de RD. En el ámbito del ocio, tiene también un anfiteatro donde hacen conciertos internacionales de nivel.

Tras la visita a los altos de Chavón, fuimos a La Romana. Tuvimos la suerte de que el taxista fuera de allí, así que nos enseñó su pueblo como se lo enseñaría a un amigo. Nos llevó por el centro, por los barrios y terminamos en un centro comercial donde comprar café, ron y lo que quisiéramos llevarnos como souvenirs.

Ya de vuelta a Bayahibe, antes de ir directamente al resort, paramos a ver el pueblo. Es una aldea pequeña, que se basa en el puerto y que está viviendo ahora el boom de las excursiones a Isla Saona, pero que aún conserva algo más de esencia de un pueblo pescador. Allí, comemos en un restaurante local, para no irnos de allí sin probar comida que no sea un buffet libre internacional.

Desde luego, fue la «excursión» que más disfrutamos al poder hacerla a nuestro aire y sin necesidad de tantísimas horas de transporte.

En definitiva, RD nos encantó, tiene muchísimas cosas más que ver que solo la playa, aunque si se busca un turismo de solo playa, también es un destino ideal, pues las playas son espectaculares. Muy recomendable como destino.

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